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miércoles, abril 24, 2024
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EXPLOTA DE GUSTO, NO CON PIROTECNIA

“El peor recuerdo que tengo de la noche del accidente es ver a mi mamá tan mal que tomó una taza con hielo y se puso a buscar pedacitos de mis dedos en el cuarto para que luego me los insertaran de nuevo”, Guido Buchelli.

En Ecuador el uso de juegos pirotécnicos como camaretas, diablillos, silbadores, entre otros, es muy común una vez llegadas las festividades de Navidad y Año Nuevo. Esto, sin embargo, trae un grave problema de seguridad, que atenta contra la integridad física de quienes manipulan dichos artefactos. Tal es el caso de Guido Buchelli, guayaquileño de 23 años, que a la edad de 18, perdió la mano izquierda y parte de su antebrazo en una explosión provocada por un taco de dinamita.

Los accidentes con explosivos son muy comunes en esta época del año. Según estadísticas del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, en enero de 2012 se contabilizaron 41 heridos a causa de los juegos pirotécnicos. Estas cifras van en aumento, teniendo en cuenta que en enero pasado, solo en el hospital Roberto Gilbert de la Junta de Beneficencia, se contabilizaron 14 pacientes ingresados con quemaduras producidas por algún tipo de material explosivo, mientras que a principios de este año se registraron 29 personas, es decir, el número de heridos se duplicó.

Si bien en el Hospital del Niño Francisco de Ycaza Bustamante, las estadísticas de menores quemados a causa de la manipulación de petardos han disminuido, el peligro es una realidad latente, afirma la Dra. Pilar Guerrero, médico tratante del área de quemados del mencionado centro de salud. “El año pasado tuvimos un promedio de dos pacientes en el área de quemados. Los cuadros más comunes son el estallido de camaretas en las manos o quemaduras en el rostro. También hemos tenido cuadros de quemaduras en el cuerpo porque los chispeadores prenden las ropas de los niños”, afirma.

Guido recuerda haber comprado el taco de dinamita la noche anterior al año nuevo. El 30 de diciembre subió a su cuarto, colocó su computadora y su celular en el piso y se puso a fabricar la pólvora en un tubo de pvc; a las 10:40 de la noche por la corriente estática de los aparatos electrónicos, la dinamita explotó amputándole la mano izquierda. Guido fue llevado al hospital y dado de alta quince días después con secuelas físicas y emocionales de por vida. “El accidente me marcó para siempre; llevo una vida normal, pero los lapsus de depresión son frecuentes. A veces me hago menos, pero sé que está mal y cambio mi forma de pensar.”

Los chispeadores para los niños y las camaretas para la tradicional quema de los  monigotes son los explosivos más comercializados. Es por esto que el Cuerpo de Bomberos lanzó una ofensiva de prevención contra el uso de juegos pirotécnicos. La campaña denominada “Reventón sin reventar…explota de gusto no con pirotecnia” busca concientizar a la ciudadanía sobre los peligros a los que se exponen al comprar y manipular artefactos explosivos según Martín Cucalón, Primer Jefe de esta institución.

“Yo hacía bombas cada año, pero siempre me decía, el próximo año tiene que ser más grande. Mi primer acercamiento con los petardos fue con los fosforitos y silbadores, y poco a poco fui subiendo de categoría”, recuerda Buchelli, aunque ahora el único acercamiento que tiene con la pólvora, es con los chispeadores. “Pero camaretas, tumba suegra o tumba casas, ya no”, afirma.

La Dra. Pilar Guerrero aconseja que lo primero que se debe hacer cuando alguien sufre un accidente con algún objeto explosivo es cubrir la parte lesionada con algo húmedo para hidratar la piel o con una sábana limpia, si la zona afectada abarca todo el cuerpo y acudir al hospital lo más rápido posible.

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